La neurotransición: muerte y renacimiento del «yo»
Tabla de contenido
La racionalización de un proceso interno #
He publicado algunos posts respecto a ser autista: por qué decidí evaluarme y cómo recibí mi diagnóstico, cómo ha influido en mi manera de ver la vida y cómo ha cambiado mi manera de enseñar. ¡Pareciera que lo tenía todo tan claro! Pero este año he tenido varios sueños angustiantes, extraños. Horroríficos, quizás, llenos de imágenes perturbadoras que en su mayoría no compartiré aquí.
La imagen de cabecera muestra a una mujer sosteniendo una calavera a la luz de una vela. Algo añora. ¿Un pasado, a otra persona, a sí misma? Como espectadores no lo sabemos. Solo sabemos que lo añorado no volverá jamás. La muerte es implacable y no podemos cambiar nada.
En el tarot, la carta La Muerte (XIII) no es la más temida, porque se suele decir que no es necesariamente una muerte física. Es una transición, un cambio, cosechar una nueva vida a partir de lo que murió y que se convirtió en polvo para volver a la tierra.
En este post desarrollo esa idea: la transformación que implica el diagnóstico. Ha sido más dolorosa de lo que imaginé al momento de recibirlo. Al mismo tiempo, también he descubierto que es algo que ya intuía. Esto dice Sofía Hesse en el último capítulo de mi novela:
Podría pensarse que renacer en un cuerpo como este es comparable a un bebé que llora al ser expulsado del útero o a un pájaro que rompe el cascarón por instinto. Pero en realidad es diferente. ¿Sabes cómo cambia su piel la mantis religiosa? Su esqueleto y su carne se arrastran dentro de su propio cuerpo, aprisionado por la misma piel seca y obsoleta de la que acaba de despojarse. Debe mutilarse para vivir una vez más. Así me sentí.
Debe mutilarse para vivir una vez más. Así me sentí. Y por eso, así lo escribí, aunque todavía no tenía racionalizado todo lo que vivía en ese instante. Pero, ¿cómo me siento ahora? En este post describo el proceso que me llevó a sentirme vivo de nuevo; proceso que llamo neurotransición.
La libreta: El sueño que me motivó a (auto) analizarme #
Suelo escribir un diario de sueños. No es la intensidad de estos lo que me insta a escribir posts como este, sino las preguntas que me formulo al despertar. Por ejemplo, este sueño no parece tan extraño al leer la descripción:
Soñé que producto de un accidente médico yo perdía capacidad intelectual. También perdí memoria y la capacidad de aprender. Estuve en coma mucho tiempo. Al despertar todo era diferente. Mi mamá había perdido todo, mi hermana era exitosa pero me tenía un profundo rencor y siempre quería hacerme daño. Yo estaba conciente de mi estado en ocasiones y dibujaba pajaritos en una libreta que valía mucho para mí, pero no entendía el por qué. Me la intentaron robar y yo pedí que por favor no lo hicieran, porque era mi memoria, lo único que tenía.
Sin embargo, al pensar sobre él, contárselo a la Pajarito y tratar de interpretarlo, no lograba quedar en nada. Sé que hay sueños que funcionan como sumidero, pero en este caso yo creía que había significado. La imagen de la libreta y de mi identidad contenida en ella me impactaron tanto que desperté apenado y angustiado.
Decidí aplicar el mecanismo con el cual ya había interpretado sueños en el pasado, y obtuve cuatro conclusiones que son relevantes para mí:
- El “accidente médico” funciona como un trauma fundacional que reorganiza completamente mi realidad: separa un “antes” donde era sujeto del saber (profesor, escritor) de un “después” donde ese lugar se ha perdido.
- Mi inconsciente preservó la conexión con mi esposa (la Pajarito) incluso cuando la consciencia no podía acceder al significado de ese significante. El amor y el deseo persisten más allá de la pérdida de las funciones conscientes.
- La libreta sostiene mi propia subjetividad. Ella contiene lo que me constituye como sujeto.
- La relación con mi hermana y con mi madre no son reflejo de las relaciones reales, pero demuestran una preocupación por las posiciones familiares y el privilegio en momentos que son turbulentos en este aspecto.
Para este post, los tres primeros puntos son importantes. Esos aspectos aparecieron con otras formas e imágenes en otros sueños: el antes/después, la conexión y el amor, la subjetividad del yo. Transicionar desde una identidad a otra conlleva lidiar con esos tres aspectos de mi vida, y yo no estaba preparado para ello. Había hecho un proceso consciente (por no decir superficial) de aceptación, pero dentro de mí, todavía se estaba procesando lo que yo era.
El sueño me demostró que tenía que encontrar una forma de recuperar esa libreta en el presente.
Los gusanos: Uno de los sueños horroríficos #
Este sueño es anterior al de la libreta, pero no había adquirido sentido hasta después de interpretar lo que significaba ese otro sueño. Su descripción, tal como está en mis notas, es la siguiente:
Sueño que tengo un grano en la cara del que salen larvas y gusanos. Empeora si lo apreto o hiero.
(Sí, a veces escribo “soñé” y otras “sueño”; no me culpen, lo hago apenas despierto y mi prioridad es registrar lo que siento y recuerdo). La imagen de este sueño es similar a esas fotografías o cuadros que ponen un rostro en primer plano. En este caso, el rostro era el mío: podía verlo no como si estuviera frente a un espejo, sino como si mis ojos fueran una cámara que estaba fuera de mi cuerpo.
Cuando desperté de este sueño me sentí asqueado. No por los gusanos ni las larvas, sino por otra cosa. Por eso quería interpretarlo. Siguiendo mi método, vi tres elementos clave:
- El grano con larvas representa algo que emerge desde el interior del cuerpo, algo que “no debería estar ahí” pero que insiste en manifestarse.
- La cara es donde se constituye el lugar del reconocimiento (tanto del yo propio como del Otro). El grano amenaza esta imagen, la corrompe desde adentro.
- Se despliega la paradoja de la intervención, una lógica perversa donde el intento de solución agrava el problema. Mientras más me resista o intervenga, peor se vuelve la situación.
Hay otros sueños entre la libreta y los gusanos, y en todos se marcan elementos similares: lo escondido adentro (a veces dentro del cuerpo, a veces fuera de ella) y algo que escapa al control consciente (control interior, en caso de este sueño; control exterior, en caso de la libreta). Ambas cosas mediante imágenes grotescas.
Poniendo las cosas en común, “lo escondido” en el primer sueño era lo que quería preservar, lo que me definía (mi amor); en este, es algo corrompido, reprimido. Negado.
Llegué a la conclusión de que “lo negado” es la dificultad de desconectarme de lo neurotípico. Cuando recibes un diagnóstico y comienzas a reinterpretar tu vida, no solo comprendes situaciones que antes te eran inexplicables, dolorosas, donde no entiendes por qué (no) dijiste o hiciste algo. Entiendes que enmascarabas un yo que desconocías y por eso actuabas como un yo impostor. E incluso así eras el bicho raro. A veces, uno tan insignificante como un gusano.
Al asumirte como neurodivergente, resignificas tu pasado y asumes que ese yo pasado era irreal, falso. Primero, eso alivia y reconforta. Incluso dejas de hacer masking contigo mismo/a/e. Luego aparecen otros cuestionamientos, porque a pesar de todo el daño que te hicieron las demás personas que no podían aceptarte por ser diferente, tú también hiciste daño. En esta sociedad nos enseñan que “una palabra tuya basta para sanarme” y tú, analizando tu pasado, aprendes que una palabra tuya bastaba para destruir el corazón de otra persona. Aunque ya no asumas al yo que emitió esa palabra, fue tu cuerpo. Fuiste tú. Es inevitable sentir culpa por esa negación.
Analizar tu pasado se convierte en una espiral de pensamientos y recriminaciones de la cual es difícil salir. Esa es la paradoja de la intervención.
Suena terrible y pesimista, ¿no? Pero los pajaritos se alimentan de gusanos. Esa imagen horrible podía nutrir, no solo asquear. Eso soy, un pajarito nutriéndose de gusanos para comprenderse mejor.
Ataque de nostalgia: El sueño para cerrar el proceso #
Este es mi sueño más reciente. Había interpretado los sueños anteriores y tenía mis conclusiones sobre identidad, pero este me hizo darme cuenta de que todavía faltaba cerrar el proceso:
Soñé con una ser que quería sobrevivir luego de un ataque de nostalgia y solo terminó vomitando recuerdos hasta morir.
A pesar de tener imágenes fuertes, este sueño no me pareció terrorífico, más bien, enigmático. Quizás poético a varios niveles. ¿A qué me refiero con “una ser”? Este sueño estaba protagonizado por un ser andrógino que asumí de sexo femenino. Suelo “soñar en tercera persona” (como en los gusanos) pero no sé si esta ser soy yo. No puedo descartarlo. Así, este sueño me llevó al término neurotransición porque me permitió darle forma a ese “antes/después” que estaba presente en los otros sueños. Aquí el antes y después no es tiempo, es espacio que me permite tomar distancia entre esa ser y mi yo actual:
- Quizás soy nostálgico por naturaleza (uno de los comentarios más frecuentes de mi novela es la voz nostálgica que tiene). Pero aquí la nostalgia es algo violento, de allí que se hable de un “ataque”. Es algo tóxico. Es algo que quiero dejar ir pero no he podido. Es mi identidad prediagnóstico…
- … Y es por ello que los recuerdos son un veneno. Como he mencionado antes, la reflexión sobre la identidad previa al diagnóstico es una espiral que hace mal.
- La ser quiere sobrevivir, pero el acto mismo de expulsar los recuerdos para intentar preservarse la mata.
El sueño muestra una lógica cruel: para “sobrevivir” como sujeto autista integrado, aquella “ser” anterior debe morir. En la introducción mencioné que La Muerte (XIII) representa un proceso de transformación. Este sueño implica que esos recuerdos ya no me pertenecen. Eso no significa que no pueda (o deba) hacerme cargo de ellos, sino que necesito aceptar que mi yo se había transformado.
Debo aceptarme sin culpa. Con amor, sobre todo conmigo mismo y con la Pajarito. Esto quiere decir que debo asumir las consecuencias de mi vida anterior, pero, al mismo tiempo, comprender que hay un duelo que vivirán otras personas al darse cuenta que este cuerpo, que es el mismo de antes, alberga a otro yo. En resumen, es otra persona.
Es hora de vivir.
Estructura del proceso de neurotransición #
En mi caso, el proceso tardó tres años desde el diagnóstico hasta sentir que era “hora de vivir”. Suena como algo tan simple y directo, pero no lo es. Creo que compartir mi proceso puede ayudar a alguien y por eso lo publico. ¡Realizar esta estructuración también fue parte de mi análisis!
Para ello hice este diagrama. La primera etapa es Recibir el diagnóstico y la última es Renacimiento del «yo». En medio están las distintas etapas que se observan a través del análisis personal y onírico que he descrito. El proceso principal es bastante lineal: entre el diagnóstico y el renacimiento hay Aceptación racional, Reinterpretación y resignificación gradual y Descubrimiento de nueva estructura psicológica. Pero esas etapas son amenazadas por el Horror que genera el proceso y lo que se deriva de tus experiencias pasadas, o de la contemplación de un ser que eres y no (re)conoces. Podría decirse que hay un Mecanismo de preservación del «yo» pasado (si es que existió, pero algo había allí) que crea esta resistencia.
Lo que me sostuvo y me permitió sobrevivir al proceso fue priorizar mis Vínculos fundamentales: la Pajarito y mi vocación. Asumí que debía aceptar la Expulsión de memorias tóxicas, por muy queridas que fuesen algunas. Solo así pude alcanzar el Renacimiento del «yo»: Aceptarme.
Tu proceso puede ser diferente. Podría tomarte más tiempo, podría ser más difícil. ¡O al revés! Ojalá no tenga Horror. Pero debes saber que, en cualquiera de esos casos, no estás sola/o/e. Que duele y que conlleva duelo.
Debe mutilarse para vivir una vez más. Así me sentí.
Llevo veinte años con la Pajarito. Cuando hablo, lo hago de aves; cuando enseño, también. Al programar y definir proyectos uso nombres de aves. Mi subjetividad se basa en lo que he vivido con ella. Pero nosotros no somos todo mi mundo (por más que yo desee que así fuera). Debo relacionarme con el resto también, y además, esas otras personas deben relacionarse conmigo. Ahora, por fin, me siento vivo para ser parte de ese mundo exterior.